El Enano de
Uxmal
En la aldea de
Kabán vivía una vieja con fama de bruja. Cierta vez encontró un huevo pequeñito
y llena de alegría lo guardó en un sitio tibio y oscuro. Todos los días lo
sacaba para contemplarlo y acariciarlo. Y sucedió que después de varias
semanas, el huevo se abrió y nació un niño. La bruja lo arrulló, pero como no
podía alimentarlo buscó una mujer recién parida. Vino la mujer y amamantó al
niño como si fuera su propio hijo. Al ver tanta ternura la bruja le dijo:
—De hoy en
adelante tú serás la madre y yo seré la abuela.
El niño creció poco y no más y, en poco
tiempo, cambió de aspecto; tuvo barba y se le hizo grande la nariz. Era, pues,
un enano.
Cuando la bruja se dio cuenta de esto,
quiso más a la criatura.
Como la mayor parte del tiempo la bruja
permanecía junto al fogón, el enano sospechó que algún misterio guardaba aquel
sitio y así se propuso averiguarlo. En un descuido de la bruja, hurgó en la
cenizas y tropezó con un tunkul [instrumento de percusión hecho con un tronco
hueco]. En cuanto lo tuvo en sus manos, lo golpeó y su sonido se oyó a mucha
distancia. Al oír tal ruido, la bruja vino, se acercó a su nieto y le dijo:
—Lo que has
hecho ya no tiene remedio. Pero te digo que no pasará mucho tiempo sin que
sucedan cosas que llenarán de espanto a la gente y tú mismo te verás envuelto
en sus consecuencias.
El enano contestó:
—Yo no soy viejo
y las veré.
La bruja replicó:
—Yo soy vieja y
las veré también.
El rey de Uxmal y sus consejeros sabían que
el ruido de aquel tunkul anunciaba el fin del reinado; pero éstos, por no
afligir a su señor, le dijeron:
—Lucha contra tu
destino
—¿Cómo?—preguntó
el rey.
—Busca al que
tocó el tunkul; acaso de sus labios oigas la verdad que necesitas.
El rey ordenó que sus guardias salieran en
busca del que tocó el tunkul; y después de mucho andar, lo hallaron y lo
trajeron al palacio. Al ver al enano el rey le dijo:
—¿Qué anuncia el
ruido de ese tunkul?
—Tú lo sabes
mejor que yo—contestó el enano.
—¿Me puedo
librar de que se cumpla la profecía?—pregunto el rey.
—Manda hacer un
camino que vaya de Uxmal a Kabán y cuando esté listo volveré y entonces te daré
mi respuesta—dijo el enano.
El camino quedó hecho en poco tiempo y por
él vinieron el enano y la bruja. Entonces el rey preguntó al enano:
—¿Cuál es tu
respuesta?
—La sabrás si
resistes la prueba que te pondré.
—¿Cuál es?
—Que en tu
cabeza y la mía se rompa un cocoyol [fruto de hueso muy duro].
—Está bien, pero
tú sufrirás la primera prueba—dijo el rey
—Acepto, si así
lo deseas.
Se acercó el verdugo y colocó sobre la
cabeza del enano un cocoyol y descargó un golpe . El enano sacudió la melena y
se levantó sonriendo. Entonces el rey, en el silencio, se quitó el manto y
subió al cadalso y el verdugo le colocó un cocoyol en la cabeza. Al primer
golpe el rey quedó muerto.
En el acto el enano fue proclamado rey de
Uxmal y ese mismo día la bruja lo llamó y le dijo:
—Ya eres rey.
Sólo esto esperaba para morir. No me llores porque mi muerte no es cosa de
dolor. Cumple con la justicia que aprendiste de mí. Oye el consejo de todos y
sigue el mejor. No le tengas miedo a la verdad aunque sea amarga. Sé antes
benigno que justo. Destierra de tu corazón la venganza. Acata la voz de los
dioses pero no seas sordo a la de los hombres. No desdeñes a los humildes y no
te confíes, ciego, en los poderosos.
Por un tiempo el enano siguió los consejos
de la bruja y la felicidad se extendió por el reino. Pero con los años cambió
de espíritu, cometió injusticias, se volvió tirano y tanto creció su orgullo
que un día dijo a sus consejeros:
—Haré un dios
más poderoso que todos los dioses que nos rigen.
Y en seguida mandó hacer una estatua de
barro y la puso sobre una hoguera y con el fuego se endureció y vibró como si
fuera campana. Entonces el pueblo creyó que la estatua hablaba y la adoró. Por
esta herejía, los dioses destruyeron Uxmal.
Texto extraído del libro Leyendas y Consejas del Antiguo
Yucatán de Ermilo Abreu
Gómez. Editado por el Fondo de Cultura Económica, México.
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